domingo, 9 de octubre de 2011

Si sufro por ti ¿Me amaras?



Lisa, en relación con Gary, al igual que su madre en relación con el alcohol, sufría un proceso de enfermedad, una compulsión destructiva sobre la cual ella sola no ejercía control alguno. Tal como su madre había desarrollado una adicción al alcohol y era incapaz de dejar de beber por sus propios medios, Lisa había desarrollado lo que también era una relación adictiva con Gary. No hago esta analogía ni empleo la palabra adictiva a la ligera al comparar la situación de ambas mujeres. La madre de Lisa se había vuelto dependiente de una droga, el alcohol, para evitar experimentar la intensa angustia y la desesperación que le producía su situación en la vida. Cuanto más utilizaba el alcohol para evitar sentir el dolor, más obraba la droga en su sistema nervioso para producir los mismos sentimientos que ella quería evitar. En última instancia, el alcohol aumentaba su dolor en vez de disminuirlo. Entonces, por supuesto, bebía más aun. Así fue como entró en la espiral de la adicción. Lisa también trataba de evitar la angustia y la desesperación. Sufría una profunda depresión subyacente, cuyas raíces se remontaban a su dolorosa infancia. Esa depresión subyacente constituye un factor común en los hijos de todo tipo de hogares gravemente disfuncionales, y sus maneras de enfrentarla o, lo que es más típico, de evitarla, varían según el sexo, la disposición y el rol que tuvieron en la familia durante la niñez. Cuando llegan a la
adolescencia, muchas jóvenes, como Lisa, mantienen su depresión a raya desarrollando el estilo de amar demasiado. Al desarrollar relaciones caóticas pero estimulantes, que las
distraen, con hombres inadecuados, están demasiado excitadas para hundirse en la depresión que está latente justo por debajo del nivel de la conciencia.           

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